Cuando el naturalista inglés Charles Darwin nació en la pequeña localidad de Shrewsbury, el 12 de febrero de 1809, un militar español, Félix de Azara, llevaba ya años hablando de la evolución de las especies por selección natural. Este año, cuando se conmemora en todo el mundo el bicentenario de su nacimiento, sugerir que el padre de la evolución se apropió de las ideas de un oficial aficionado a la Historia Natural parece una crítica salvaje, producto de un aficionado, pero bien podría no serlo.
En 1781, el lugarteniente Félix de Azara (Barbuñales, Huesca, 1742-1821), veterano en la guerra contra Argel, fue destinado a Paraguay para demarcar las fronteras de los territorios colonizados por España. Abrumado por la exuberante fauna de Suramérica, comenzó a apuntar en un cuaderno sus observaciones, que cuajaron en numerosos libros de Historia Natural. En algunos de sus viajes por el continente estuvo acompañado por su ayudante José Gervasio Artigas, posteriormente uno de los artífices de las independencias de Argentina y Uruguay.
Al cabo de 20 años, había descrito más de 200 nuevas especies. Y, lo más importante, sugirió la existencia de mecanismos de adaptación de los animales al medio y admitió que las especies pueden extinguirse, una conclusión incompatible con la creación divina. Como resume en su libro Tras las huellas de Félix de Azara el catedrático de Geografía Humana Horacio Capel, de la Universidad de Barcelona dirá: "Azara razonó, varios decenios antes que Darwin, de forma similar a como lo haría este y obtuvo conclusiones semejantes que, sin embargo, no generalizó".
Al cabo de 20 años, había descrito más de 200 nuevas especies. Y, lo más importante, sugirió la existencia de mecanismos de adaptación de los animales al medio y admitió que las especies pueden extinguirse, una conclusión incompatible con la creación divina. Como resume en su libro Tras las huellas de Félix de Azara el catedrático de Geografía Humana Horacio Capel, de la Universidad de Barcelona dirá: "Azara razonó, varios decenios antes que Darwin, de forma similar a como lo haría este y obtuvo conclusiones semejantes que, sin embargo, no generalizó".
Nadie sabe si Darwin portaba la obra más importante del militar, Viajes por la América Meridional (1809), en su travesía por el mundo a bordo del navío HMS Beagle. En el periplo, realizado entre 1831 y 1836, el inglés se percató de la habilidad de las especies para adaptarse a su entorno. Y con las conclusiones de este viaje elaboró buena parte de su obra.
Pero sus teorías no surgieron por generación espontánea. En su Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo, Darwin cita a Félix de Azara una quincena de veces. En El origen de las especies, dos. Y en El origen del hombre, una.
2 comentarios:
José de Acosta, nacido en Medina del Campo en 1539 y viajero a indias discurrió también en su tratado titulado "Historia Natural y Moral de las Indias" acerca de la flora y fauna de los continentes y sus relaciones considerando la posibilidad de que unas especies derivasen de otras.
Ambos, Acosta y Azara, como tantos naturalistas y profanos desde los tiempos de Aristóteles habían observado y descrito la adaptación de las especies a su habitat. Sin embargo, no creo que Acosta ni el propio Azara tuviesen la osadia de proponer mecanismo tan impreciso como la selección natural para explicar las transformaciones.
La lista de naturalistas, humanistas y economistas en los que se funda la obra de Darwin es larga. Su aportación a la ciencia menguada.
Saludos amigos
Estoy de acuerdo con su observación Doctor, mi pequeña crítica solo está dirijida a demostrar que no fue Darwin el primero en hablar de éste tema. Como usted observa, también fue Anaximandro quien sugirió algo similar a Acosta,..., muchos lo hicieron, es decir Darwin no hizo más que tener el dinero suficiente para dar a luz los postulados de otros y apoderarse de la humildad de un Wallace para usurpar esas ideas.
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